miércoles, 18 de febrero de 2015

Infección por el citomegalovirus


Infección por el citomegalovirus
Autor: Dr. Salvador Giménez - Revisado: 30 de Mayo 2014
El citomegalovirus o CMV es un virus de la familia del herpes. Alrededor de uno de cada dos adultos de 40 años de edad está infectado por el CMV, pero para la inmensa mayoría de personas esta infección no tiene consecuencias



El citomegalovirus (CMV) es universal, se encuentra en todas las localizaciones geográficas y grupos socioeconómicos. Infecta a más de la mitad de los adultos de alrededor de 40 años en los países desarrollados. El CMV es el virus más frecuentemente transmitido de la madre su hijo durante el embarazo. La infección por el CMV es más abundante en los países en vías de desarrollo y en áreas de pobres condiciones socioeconómicas.

Para la mayoría de personas sanas que adquieren el CMV después del nacimiento, esta tiene pocos síntomas y ninguna consecuencia a largo plazo para su salud. Algunas de las personas con síntomas experimentan fiebre prolongada y una hepatitis leve. Una vez infectada la persona, el virus permanece vivo, pero generalmente durmiente durante el resto de la vida de la persona. Raramente aparece una recurrencia de la enfermedad, a menos que el sistema inmunitario de la persona sea suprimido a causa de un tratamiento farmacológico o una enfermedad. Por tanto, para la inmensa mayoría de personas, la infección por el CMV no representa un problema grave.

Sin embargo, la infección por el CMV es importante en ciertos grupos de alto riesgo.
Son los siguientes:

El riesgo de infección del hijo aún no nacido durante el embarazo el riesgo de infección en personas que trabajan con niños, y el riesgo de infección en la persona inmunocomprometida (con sus sistema inmunitario de defensa debilitado), como los receptores de un trasplante de órgano y las personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

Características del virus

El CMV es un miembro de la familia de los herpesvirus, que incluye el virus del herpes simplex tipos 1 y 2 (los que producen el herpes labial y el herpes genital, respectivamente), el virus varicela-zóster (el que produce la varicela y el herpes zóster) y el virus de Epstein-Barr (que produce la mononucleosis infecciosa).

Todos estos virus comparten la habilidad característica de permanecer durmientes en el interior del organismo durante largos periodos de tiempo. La infección inicial por el CMV, que suele tener muy pocos síntomas, se sigue siempre de una infección prolongada no aparente durante la cual el virus reside en las células sin causar lesiones detectables ni enfermedad clínica. Un gran deterioro del sistema inmunitario de defensa por medicación o enfermedad reactivará el virus de su estado latente o durmiente.

La infección por el CMV puede transmitirse por los fluidos corporales de cualquier persona previamente infectada y por tanto, puede encontrarse en la orina, la saliva, la sangre, las lágrimas, el semen y la lecha materna. La diseminación del virus suele ser intermitente, sin ningún signo detectable y sin producir síntomas.

Transmisión y prevención

La transmisión del CMV ocurre de persona a persona. La infección requiere un contacto estrecho, íntimo con una persona que excreta el virus en su saliva, orina u otros fluidos corporales. El CMV puede transmitirse sexualmente y también a través de la leche materna, órganos trasplantados y, raramente, de transfusiones de sangre.

Aunque el virus no es muy contagioso, se ha demostrado su diseminación en el domicilio y entre los niños pequeños en guarderías y colegios. Con frecuencia se puede prevenir la transmisión del virus ya que a menudo se transmite a través de fluidos corporales infectados que entran en contacto con las manos, que luego son absorbidos por la nariz o la boca de una persona susceptible. Por tanto, hay que tener cuidado al manipular los pañales, así como los niños. El simple lavado de manos con agua y jabón es eficaz para la eliminación del virus de las manos.

La infección por el CMV sin síntomas es común en los niños más pequeños; por tanto es injustificable e innecesaria la exclusión del colegio o la guardería de un niño que se sabe que está infectado. De igual forma, los pacientes hospitalizados no necesitan estar separados ni adoptarse especiales medidas de aislamiento. El niño que se sabe que está infectado por el CMV no debe ser excluido, aislado ni ser sometido a manipulaciones especiales. En su lugar, es mucho más recomendable la educación del personal y unas prácticas de higiene eficaces a la hora de cuidar de ese niño.

CMV y embarazo
La incidencia de infección primaria (o primera) por el CMV en la mujer embarazada es del 1-3%. La mujer sana embarazada no tiene un riesgo especial para la infección por el CMV. Si son infectadas por el CMV, la mayoría de mujeres no tendrán síntomas y algunas de ellas mostrarán una enfermedad con algo de fiebre y hepatitis leve. Sin embargo, es el feto en desarrollo el que puede estar en riesgo de infección congénita por el CMV, que sigue siendo la principal causa de infección vírica congénita, que significa desde el nacimiento.

Los dos principales problemas potenciales de la infección congénita por CMV en el recién nacido son los siguientes:

Infección generalizada

Los síntomas pueden variar entre el aumento moderado del tamaño del hígado y el bazo, con ictericia, y la enfermedad fatal. Con tratamiento de soporte, la mayoría de niños con infección por el CMV generalmente sobreviven. Sin embargo, entre el 80 y el 90% tendrán complicaciones en los primeros años de vida, como por ejemplo pérdida de audición, deterioro de la visión y grados variables de retraso mental. Otro 5-10% de niños infectados pero sin síntomas en el momento del nacimiento tendrán más adelante grados variables de problemas auditivos, mentales o de coordinación.

Sin embargo, estos riesgos parecen estar asociados casi exclusivamente con madres que previamente no habían sido infectadas por el CMV, sino que su primera infección la han padecido durante el embarazo. Aun en este caso, los dos tercios de los niños no estarán infectados y solo el 10-15% del tercio restante tendrá síntomas en el momento de su nacimiento.

Parece haber muy bajo riesgo de complicaciones relacionadas con el CMV en las mujeres cuya infección primaria ha sido al menos 6 meses antes del embarazo. En este grupo, que representa alrededor de los dos tercios de las mujeres en edad fértil, la tasa de infección del recién nacido por el CMV es del 1%, y estos niños no parecen tener enfermedad ni alteraciones significativas.

El virus también puede ser transmitido al niño durante el parto, a partir del contacto con secreciones genitales o más tarde, durante la lactancia materna. Sin embargo, estas infecciones generalmente resultan en una enfermedad mínima o sin síntomas para el niño.

En resumen, durante el embarazo, cuando una mujer que nunca ha tenido una infección por el CMV, se infecta por el CMV, existe un riesgo potencial de que tras el nacimiento el niño pueda tener complicaciones relacionadas con el CMB, las más comunes de las cuales se asocian con la pérdida de audición, el deterioro de la visión, el retraso mental o las discapacidades motoras.

por otro lado, los niños y lactantes que adquieren el CMV tras el parto tienen pocos, si los tienen, síntomas ni complicaciones.

Recomendaciones para la mujer embarazada con respecto a la infección por el CMV:

durante todo el embarazo, practicar una buena higiene personal, especialmente el lavado de manos con agua y jabón, tras el contacto con pañales o secreciones orales, en especial de un niño que está en la guardería.
las mujeres que desarrollen una enfermedad con fiebre y hepatitis durante su embarazo deben ser evaluadas en busca de una infección por el CMV y asesoradas en cuanto a los posibles riesgos para su futuro hijo
pueden realizarse las pruebas de laboratorio en busca de anticuerpos anti-CMV, para determinar si una mujer ya ha tenido una infección por el CMV.
la identificación del CMV del cuello del útero o de la orina de la mujer antes o en el momento del parto no obliga a una intervención de cesárea.
los demostrados beneficios de la lactancia materna superan con creces el mínimo riesgo para el recién nacido de adquirir el CMV por esta vía.
no existe necesidad de evaluar en busca del CMV ni de excluir a los niños que excretan el CMV de los colegios o instituciones puesto que con frecuencia se encuentra el virus en muchos niños y adultos perfectamente sanos.

CMV y personas que trabajan con niños

La mayoría de personas que trabaja con niños no se enfrenta a un riesgo especial para la infección por el CMV. Sin embargo, para las mujeres en edad fértil, que previamente no han sido infectadas por el CMV, existe un riesgo potencial de infección para su hijo durante el embarazo. El contacto con niños en la guardería o el colegio, donde la infección por CMV se transmite con frecuencia entre los niños pequeños, puede ser una fuente de exposición al CMV. Puesto que el CMV se transmite a través del contacto con fluidos corporales infectados, entre ellos la saliva y la orina, los cuidadores infantiles, incluidas las madres, deben ser informados de los riegos de la infección por el CMV y de las precauciones que deben adoptar. Los cuidadores de niños parecen estar en mayor riesgo que los demás profesionales de la salud, lo que puede ser debido en parte al mayor control de la higiene personal en el ambiente de la salud.

Recomendaciones para las personas que cuidan niños:

las empleadas femeninas deben ser informadas sobre el CMV, su transmisión y las prácticas higiénicas, como el lavado de manos, que minimizan el riesgo de infección.
las mujeres no embarazadas susceptibles que trabajan con niños no deben ser transferidas de forma rutinaria a otros puestos de trabajo.
las mujeres embarazadas que trabajan con niños deben ser informadas del riesgo de adquisición de la infección por el CMV y de los posibles efectos para su futuro hijo
no se recomiendan las pruebas de laboratorio de forma rutinaria en busca de anticuerpos anti-CMV en las mujeres trabajadoras, pero pueden emplearse para determinar su estado inmune

CMV y pacientes inmunocomprometidos

La infección primaria, o inicial, por el CMV en el paciente inmunocomprometido puede producir una enfermedad grave. Sin embargo, el problema más común es la reactivación del virus durmiente. La infección por el CMV es la principal causa de enfermedad y muerte en los pacientes inmunocomprometidos, como los receptores de un trasplante de órgano, los pacientes cometidos a hemodiálisis, los pacientes con cáncer, los pacientes que reciben medicación inmunosupresora y los pacientes infectados por el VIH. La neumonía, la infección de la retina del ojo y las enfermedades gastrointestinales son manifestaciones comunes de la enfermedad. A causa de este riesgo, hay que minimizar la exposición de los pacientes inmunosuprimidos a fuentes externas de CMV. Siempre que sea posible, los pacientes sin infección por el CMV deben recibir órganos y productos sanguíneos que estén libres del virus.

Diagnóstico de la infección por el CMV

La mayoría de las infecciones por el CMV no se diagnostican porque en general el virus produce pocos o ningún síntoma y tiende a reactivarse de forma intermitente sin producir síntomas. Sin embargo, las personas que han sido infectadas por el CMV desarrollan anticuerpos contra el virus y estos anticuerpos persisten en el cuerpo durante toda la vida del individuo. Se han desarrollado varias pruebas de laboratorio que detectan los anticuerpos anti-CMV para determinar si ha ocurrido la infección y están ampliamente disponibles en todos los laboratorios comerciales. Además, el virus puede cultivarse a partir de muestras de orina, frotis faríngeos y muestras de tejidos para detectar la infección activa.

Hay que sospechar el CMV si un paciente:

tiene síntomas de mononucleosis infecciosa pero tiene resultados negativos en las pruebas para la mononucleosis y el virus de Epstein-Barr
muestra signos de hepatitis, pero tiene resultados negativos en las pruebas de la hepatitis A, B y C.
Tratamiento
Actualmente no existe tratamiento para la infección por el CMV en el individuo sano. Se está evaluando en la actualidad la terapia antivírica en los niños. El tratamiento con ganciclovir es el empleado en pacientes con inmunidad deprimida que tienen enfermedades oculares o graves. Las vacunas están aun en la fase de investigación y desarrollo.

El artículo sólo es informativo.
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